Visita guiada por los tejados de la catedral de Santiago

Fachada del monasterio de San Martín Pinario.

Peregrinos, turistas y excursionistas de todas las nacionalidades transitan durante todo el año por el centro histórico de Santiago de Compostela, poniendo de relieve su significado como centro religioso de la Cristiandad y destino de peregrinación desde la época del medievo.

Aparte de este flujo de viajeros, que baja en los meses de invierno pero no cesa, Santiago recibe continuamente visitantes gallegos. Porque, además de su obvia relevancia histórica, cultural y monumental, tiene a su favor que ocupa el centro geográfico de Galicia, y eso propicia las escapadas desde cualquier punto.

Rúa San Francisco.

Así que la capital gallega se convierte en territorio común, de encuentro, donde nadie se siente forastero, y se disfruta siempre —no importa las veces que la hayas visitado— de su monumentalidad, de sus cafés y restaurantes, de sus pequeñas tiendas, de sus museos, sus exposiciones y sus numerosas iniciativas culturales.

Santiago no cansa, y cualquier itinerario que hagamos colmará nuestra escapada, pero entre todos los recorridos posibles hay uno que no dejo de recomendar: la visita guiada por los tejados de la catedral. ¿Os lo imagináis? Santiago a vista de pájaro desde las cubiertas de la construcción románica, sobre la nave central, el crucero y la girola. Es una forma diferente de aproximarse a la arquitectura de la catedral, a su historia y a la tradición jacobea, que deja un recuerdo imborrable de la ciudad de Santiago.

Vista del cimborrio y de la torre del Reloj, en el ala Sur.

El recorrido comienza con el ascenso de 105 escalones que llevan por el interior del palacio arzobispal de Xelmírez, contiguo a la catedral, la torre de la Carraca, la tribuna —sobre el Pórtico de la Gloria, donde se permitía el descanso a los peregrinos—, y la torre de las Campanas hasta los tejados.

Desde este privilegiado mirador, la vista es un conglomerado de tejados rojos, chimeneas y torres de cuantas iglesias, conventos y monasterios rodean la catedral y forman el casco histórico de Santiago. Y, más allá, la Ciudad de la Cultura, el Ensanche, la Alameda, el monte Pedroso, de donde se extraía el granito para la construcción de la catedral, y el monte do Gozo. Este es llamado así porque es el lugar donde la vista de las torres de la catedral anunciaba a los peregrinos la cercanía a Santiago, aunque en la actualidad los árboles ya no las dejan ver.

Cimborrio y trasera de la fachada del Obradoiro.

La parte trasera de la fachada del Obradoiro cierra la vista hacia el Oeste, pero desde el tejado se  contempla la arquitectura de las torres de la Carraca y de las Campanas. En esta torre hay catorce campanas de distintos tamaños que funcionan automáticamente. Antiguamente el campanero tenía aquí arriba su vivienda y cuentan que por este tejado granítico con forma escalonada campaban a sus anchas gallinas e incluso un cerdo.

En la otra torre se aloja una carraca de grandes dimensiones, en madera de castaño, cuyo estruendo sustituye en Semana Santa al sonido más alegre de las campanas, en señal de duelo por la muerte de Jesucristo. Comenzó a funcionar en la Semana Santa del Año Xacobeo 2010, y es una réplica de la antigua carraca que, con más de un siglo, llevaba más de 40 años sin funcionar.

Claustro de la catedral, desde los tejados.

Hacia el Sur, se puede ver el claustro gótico-renacentista, donde están enterrados los canónigos de la catedral, y sus dos curiosas torres en forma piramidal, la del Tesoro y la de la Vela.  Además, desde una balconada junto a la torre del Reloj o de la Berenguela —así se llama su campana mayor, la de las horas—, el visitante puede asomarse también a la plaza de Praterías, en cuyo centro se alza la fuente de los hipocampos.

Hacia el Este, desde la pasarela que recorre la girola, verá la plaza de la Quintana, donde destaca la larga fachada del monasterio de San Paio de Antealtares, hoy un convento de clausura con sus ventanas cubiertas de un grueso enrejado. Y hacia el Norte, por último, podrá asomarse a la cubierta de la iglesia prerrománica de Santa María de la Corticela, incorporada a la catedral, y contemplar la fachada del monasterio de San Martín Pinario, frente a la puerta Norte de la catedral.

Cruz de los Farrapos.

El recorrido perimetral por las cubiertas de las naves central y laterales de la catedral termina junto al cimborrio, donde se encuentra uno de los elementos más simbólicos de la tradición jacobea, la cruz de los Farrapos. Es una cruz metálica, sobre la figura en piedra de un carnero, situada junto a un pilón donde los peregrinos quemaban sus ropas viejas y polvorientas (trapos, farrapos) —por motivos de higiene, fundamentalmente, pero también como rito de purificación— y las cambiaban por las que les entregaba limpias el Cabildo.

La visita turística a los tejados de la catedral de Santiago comenzó a ofertarse en 2004. Es un recorrido guiado y se realiza en grupos de hasta 25 personas. Cuesta 10 euros, con los que se contribuye al mantenimiento y conservación del patrimonio de la catedral, y se realiza previa reserva en la Oficina de Visitas situada en el Palacio de Xelmírez.

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Soy periodista. Cofundadora y directora de la editorial Belagua. Trabajo en proyectos editoriales centrados en la comunicación turística de Galicia, y desarrollo tareas editoriales, de comunicación y de creación y gestión de contenidos para todo tipo de publicaciones. Soy navarra, vivo en Vigo y adoro Galicia.

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