Romería de Santa Marta de Ribarteme: los tiempos han cambiado

“José, te vas a hacer famoso”, le dice uno de sus costaleros al hombre que va dentro de un ataúd en la procesión de Santa Marta de Ribartemecuando un montón de fotógrafos elevan sus cámaras y disparan sin mirar con los objetivos casi dentro del féretro.

“Esto es serio”, había proclamado poco antes el cura en su homilía, refiriéndose a la fe que demostraban los congregados bajo una enorme carpa junto a la pequeña iglesia. Pero en este momento, con la nube de fotógrafos sobre el féretro, la multitud apuntando con cámaras de fotos y móviles, las risas de los costaleros, el ofrecido cubriéndose la cara con un sombrero para protegerse del sol, y un señor que corre dando instrucciones para que el paso sea más lento, me viene a la cabeza una idea (y que Santa Marta me perdone): ¿habrá quien se asegure de que no falten penitentes dispuestos a salir en una caja de muertos en la procesión para que no decaiga la tradición?
Una ofrecida en la procesión.

Como José, en otro féretro abierto va una mujer joven. Un tercer ofrecido es un niño, pero de eso solo da testimonio un pequeño ataúd vacío que portan sus familiares, porque él se queda en la iglesia. Unos piden favores a Santa Marta y otros le agradecen su intervención milagrosa en su curación o en la de algún familiar, lo mismo que otros penitentes que cubren sus ropas con una gasa blanca y caminan portando una vela tras la imagen de la Santa.

“Cada uno cree y hace lo que le parece”, me dice de pronto un señor mayor con unos penetrantes ojos azules que se encuentra junto a mí como espectador. El –me cuenta– le ha visto los ojos a la muerte en cuatro ocasiones, pero nunca ha ido ofrecido. Hace dos años que no viene a la Romería de Santa Marta de Ribarteme, que siempre se celebra el 29 de julio, pero recuerda años de mucho más público. Opina que, para ser domingo, hay poca gente y que en este lugar el problema es la falta de aparcamiento.
José, dentro del ataúd, un ofrecido porque su hijo recuperó la salud.

A la de Santa Marta (San Xosé de Ribarteme, As Neves, Pontevedra) se le llama la procesión de los casi muertos,  y es por esa relación natural con la muerte que impregna tantos aspectos de la cultura gallega por lo que resulta extraña y ha obtenido fama internacional. Solo que algunos años la noticia ha sido la ausencia de ataúdes, y eso le quita mucho tirón a la romería.

Para tirón el que tuvo a finales de los 80, cuando los reporteros gráficos gallegos se codeaban con freelances, fotoperiodistas y cámaras de televisión nacionales y extranjeros, que documentaban admirados lo que entonces era un auténtico contraste entre la tradición más arraigada, evocadora de tiempos pasados, y la modernidad que se abría paso. El fervor religioso recorría el ambiente, y la devoción de los parroquianos ponía la carne de gallina. Los gráficos, a su vez, trabajaban con absoluta pasión, peleaban por la foto y sabían que la mejor imagen les iba a quedar probablemente sin hacer.
Hoy los aficionados se mezclan con los profesionales en un totum revolutum sin ninguna conexión emocional; los fieles que acompañan en la procesión a las imágenes de Santa Marta, San Benito y la Virgen del Carmen lo hacen sin estridencias; los ofrecidos, si se tercia, se abanican o se incorporan para ver el ambiente, y la Galicia profunda que retrató Cristina García Rodero en los años 70-80 no se atisba por ningún lado.
La imagen de Santa Marta, a hombros de mujeres jóvenes.

Cuando la Banda de Música de Ribadavia sale del recinto de la iglesia cerrando la procesión es mucha la gente que se queda guardando su puesto para no perdérsela de vuelta. Y entonces una señora mayor increpa a un fotógrafo subido sobre el muro del pequeño cementerio parroquial y le pide que se baje. “Deixa, muller, que son os dos xornais e das televisións, que están facendo o seu traballo”, le dicen otras.

La prensa siempre en el centro de la polémica –pienso mientras me tomo una tapa de pulpo en el recinto de la feria–, aunque en 2012 muchas cosas han cambiado, en los medios de comunicación y también, por fortuna, en Santa Marta de Ribarteme.

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Soy periodista. Cofundadora y directora de la editorial Belagua. Trabajo en proyectos editoriales centrados en la comunicación turística de Galicia, y desarrollo tareas editoriales, de comunicación y de creación y gestión de contenidos para todo tipo de publicaciones. Soy navarra, vivo en Vigo y adoro Galicia.

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