Molinos del río Armenteira. Ruta da Pedra e da Auga

La tarde de nuestro primer día como blogueros invitados a #ArousaTurismo Blog Weekend se puso a llover tan fuerte que el caudal del río Armenteira bajaba como un verdadero torrente, formando remolinos y espumeando en sus pequeños desniveles. Con esta fuerza hidráulica se movían antiguamente 53 molinos —casi nada—  donde se obtenía la harina de maíz, principalmente, y de trigo y centeno, en menor medida.

Estos molinos de agua restaurados se reparten a lo largo de la Ruta da Pedra e da Auga, que atraviesa el exuberante paraje de vegetación autóctona por el que discurre el río Armenteira, entre las parroquias pontevedresas de Barrantes (Ribadumia) y Armenteira (Meis). En sentido contrario al del río, la ruta lleva hasta el monasterio de Armenteira, y se utilizaba antiguamente para acudir el Lunes de Pascua a la Romería de la Virgen de las Cabezas.

Pequeños, de apenas 30 metros cuadrados de superficie y de una sola planta, la arquitectura de los molinos tiene detalles sorprendentes para los profanos. Como esas repisas (en gallego, pousadeiros o pousos) junto a la puerta, en las que se descansaban los sacos y que al estar a un metro escaso del suelo reducían el esfuerzo necesario para cargarlos.

La lluvia impidió que los observáramos con detenimiento, pero no que nuestros guías nos relataran historias de tiempos en los que “lo que pasaba en el molino quedaba en el molino”. Dichos, canciones y adivinanzas relacionadas con la molienda, que se realizaba sin descanso, de noche y de día. Curiosidades, en suma, de la vida rural de antaño, como que para vigilar que el molinero no se cobrara una proporción de harina mayor que la debida (se llamaba la maquía) se hacían guardias y reuniones junto al molino que derivaron en fiestas y en bailes. ¿Entendéis ahora de dónde procede la muiñeira (molinera), el baile tradicional de Galicia?

En fin, aquel tiempo se perdió en los años 50 del pasado siglo, con la irrupción de las máquinas eléctricas, y quedó oculto a la vista. La maleza y la tierra se fueron apoderando de los molinos a la vez que sus estructuras se derrumbaban y los tejados se hundían. Y, si no hubiera sido por el proyecto de rehabilitación que inició en 2001 la Mancomunidad de Municipios de O Salnés todo este espacio no sería hoy ni la sombra de lo que fue, y  aquella actividad de la molienda solo viviría en la mente de las personas mayores.

Ahora las fachadas de los molinos lucen una bonita piedra. Los tejados, sus tejas rojas. El caudal del río discurre por un cauce despejado de maleza y delimitado con pequeños muros, y se puede cruzar en distintos puntos por puentes de madera. Dentro de estos bosques el visitante nota cómo se le ensanchan los pulmones y el frescor penetra en su cuerpo. En un día caluroso, la sensación debe ser de lo más agradable, con los rayos de sol colándose entre los árboles.

Aldea Labrega, inaugurada en 2008.

Pero lloviendo a mares, como fue en nuestra visita, descartamos completar la Ruta da Pedra e da Auga y tuvimos que conformarnos con un breve paseo por los 14 molinos enclavados en San Martiño de Meis.

Así que atravesamos casi sin detenernos la Aldea Labrega que construyó la Escuela de Canteiros de la Diputación de Pontevedra. Fue una pena no poder pararnos a admirar las figuras humanas y elementos representativos de la vida rural de antaño —un hórreo, un lavadero, una fuente, un cruceiro, un horno de pan, un pozo, un carro…—, reproducidos en granito. Hasta una pequeña capilla fue levantada en esta aldea de piedra nacida en 2008.

Os contaré otras curiosidades: todos los molinos tienen un nombre, algunos referidos a sus propietarios, y otros a su ubicación. Unos eran de herdeiros (de propiedad de particulares, que van heredando el molino), otros de parceiros (pertenecientes a una colectividad, con los días de molienda repartidos) y otros de maquía (de profesionales que cobraban por hacer la molienda).

Así, entre historia e historia, los guías nos llevaron por los molinos de O Capelo, O Gaiteiro, A Casa, O Currucho, O Montiño, O Pino, O Carballo y A Laxiña, frente al que se forma una pequeña playa fluvial muy frecuentada en verano.

De no estar calándonos hasta los huesos, hubiéramos seguido adelante hasta el monasterio de Armenteira. ¡Cómo no iba a fundarse en un lugar como éste un monasterio! ¿Dónde iban a encontrar los monjes mejores condiciones para su retiro que en esta fértil tierra?
Pero volvimos sobre nuestros pasos y nos dirigimos en autobús al monasterio de Armenteira, visita de la que os hablaré en otro post porque este me está quedando largo. ¿Creéis que podréis esperar?


Ver Monasterio de Armenteira en un mapa más grande

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...
The following two tabs change content below.
Foto del avatar
Soy periodista. Cofundadora y directora de la editorial Belagua. Trabajo en proyectos editoriales centrados en la comunicación turística de Galicia, y desarrollo tareas editoriales, de comunicación y de creación y gestión de contenidos para todo tipo de publicaciones. Soy navarra, vivo en Vigo y adoro Galicia.

Hay 2 comentarios

  1. Genial, Edurne!! Qué recuerdos!
    Un abarzo.
    Luis

¿Deseas hacer un comentario?





Recibir un mensaje solo si alguien responde a mi comentario.